Es para muchos un trastorno desconocido, pese a que entre el 3 y 6% de los niños en edad escolar la sufre. Médicos y pediatras alertan además que, entre los cuidados de salud de los más pequeños, hay que prestar especial atención a los niños hiperactivos, ya que es uno de los principales motivos del fracaso escolar. De hecho, los expertos aseguran que las cifras de prevalencia son mucho más mayores, incluso diez puntos por encima, ya que la mayoría no están diagnosticados y su hiperactividad se confunde con un carácter conflictivo o una personalidad problemática.
La hiperactividad y la falta de atención suelen ir de la mano, aunque pueden manifestarse de manera aislada, aunque lo que sí está constatado es que más del 40% de los niños hiperactivos presenta problemas en el aprendizaje, lo que puede desencadenar que dejen de estudiar cuando llegan a la adolescencia. Prevenir el fracaso escolar es, por tanto, posible en muchos casos si se diagnostica a tiempo el denominado déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Un problema al que suelen acompañar otros síntomas, como ansiedad o estrés infantil, baja autoestima y depresión, dificultades para controlar sus impulsos y para memorizar, impaciencia y cambios de humor. De ahí la importancia de que los padres presten atención al niño hiperactivo y adopten una serie de consejos y recomendaciones, como el establecer unas normas y unos horarios que no alteren su día a día y, sobre todo, darle pequeñas responsabilidades, así como favorecer la práctica de actividades tanto físicas (la práctica del deporte es una buena manera de controlar la hiperactividad) y creativas (manualidades, juegos, lectura, entre otras). Las personas hiperactivas tienen un enorme potencial, aunque su dificultad estriba precisamente en cómo encauzarlo y en sus dificultades para planificarse.
La hiperactividad no solo es cosa de niños, ya que es un trastorno que puede mantenerse en la edad adulta, confundido con otros trastornos como depresión, ansiedad o dificultades para organizarse. La causa de esta enfermedad es, en su mayoría, genética, si bien también puede deberse al estrés o incluso al hábito de fumar durante el embarazo.
Prevenir la hiperactividad es el primer paso para tratar un trastorno que suele detectarse en las consultas de psiquiatras y neurólogos, aunque cada vez más en las de Atención Primaria.
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